Saber decir «No» con gracia es una habilidad que necesitamos aprender para tener relaciones saludables. ¿Te sorprende? Decir “Sí” en forma automática es algo bastante frecuente en nuestra cultura y en particular en nosotras las mujeres. Y lo más probable es que se haya convertido en un hábito. Un hábito que aprendimos cuando pequeñas, cuando comenzamos a creer que si decíamos “si” y hacíamos “lo que se esperaba que hiciéramos” lograríamos agradar a los demás, ser queridas o valoradas, ayudando así a reducir cualquier sentimiento de insuficiencia o de falta de valor.
Y es probable que aún llevemos esos sentimientos, en algún lugar de nuestro corazón, lo que nos induce a pensar que si decimos “si” o hacemos “lo que se espera que hagamos” agradaremos a los demás. Sin embargo, nuestro papel de buenas personas, no sólo nos lleva a drenar nuestra fuerza vital, también a perder presencia en nuestras relaciones, a alejarnos de nuestra libertad y de nuestra dignidad como seres humanos.
Cuando decimos “sí” en forma automática, cuando lo que queremos es decir “no”, en vez de sentirnos contentas, terminamos sintiendo frustración, resentimiento e incluso rabia, porque estamos anteponiendo los deseos y necesidades de otros a los nuestros…lo que no lleva a des-valorizarnos. Y estas emociones no ayudan a la salud de nuestras relaciones, tampoco a la nuestra.
La duda, el miedo y la culpa son elementos que envuelven a las personas que tienen dificultad para decir “no”: ¿Tengo derecho a rechazar esto o querer otra cosa? ¿No perderé el amor, la amistad o la valoración de esta persona si le digo que “no”? ¿Será muy egoísta de mi parte decir que “no” a su pedido?
Cuidar de nosotras vs ser egoístas
Muchas veces pensamos que, si anteponemos nuestras necesidades a las de nuestra familia, pareja, amigos o trabajo, estaremos siendo egoístas. Esto es un error. Necesitamos cuidar de nosotras primero, para tener más para dar a los demás.
Piensa en ti como en una jarra de agua, y en la gente a tu alrededor como en copas. ¿Qué se siente verter de una jarra vacía? Frustración, victimización e incluso rabia. ¿Qué pueden recibir los otros? Si nuestra jarra no está llena, es imposible que demos desde un lugar de abundancia, de amor y de alegría. Para dar desde ese lugar expansivo, necesitamos volver a llenar nuestra jarra, dándonos a nosotras mismas primero, antes de cuidar de los demás. Entonces cuando aprendemos a decir “no”, nuestros “si” cobran un mayor significado, porque son realmente auténticos y desde nuestro amor.
Hoy quiero compartir contigo una práctica para transformar esta dinámica del «si» automático, se llama: “Insertar una Pausa”.
Supongamos que una amiga te pide que le ayudes a ordenar su casa durante el fin de semana. Antes de responder “sí” en forma automática, inserta una pausa. Esto puede ser algo tan simple como decir:
- “Mañana te llamo y te contesto”, o
- “Déjame revisar mi agenda”
Entonces, en esa pausa, hazte las siguientes preguntas:
- ¿Por qué diría que “sí” a esta opción? ¿Es desde un lugar de amor o de miedo? ¿desde un lugar de abundancia o de necesidad de aprobación y aprecio? ¿desde estar presente y lúcida o por costumbre?
- ¿Estoy en mi poder o estoy tratando de complacer al otro?
- ¿Esta elección me energizará o drenará mi energía?
- ¿Cuáles son mis prioridades este fin de semana?
Haz un “checkeo” de tu cuerpo. ¿Cómo se siente el decir “sí”? ¿Se siente liviano y expansivo, o se siente pesado y una carga?
Y si se siente pesado, aquí hay algunas sugerencias para responder “no”.
Muestra empatía y comprensión: Evita dar una negativa a secas y cuida el tono. Puedes partir diciendo: “Comprendo que necesites ayuda para esa ardua tarea…” ó “Me encantaría ayudarte….” ó “Agradezco que pensaras en mí…”
Expresa tu negativa y da tus razones: “Pero no puedo (o no quiero) hacerlo porque me gusta dedicar mis mañanas los fines de semana a compartir con mis hijos. Una explicación sencilla basta.
Di la verdad. Decir una mentira, incluso una “mentira piadosa”, puede hacer que te sientas peor que antes.
Ofrece alternativas. Puedes decir: “Mira, no puedo todo el día, pero te propongo ayudarte por la tarde, un par de horas”. El proponer alternativas hace que el receptor se sienta comprendido y apoyado.
Haz una clara diferenciación entre la persona y la petición. El que rechaces una petición puntual no significa que rechaces a la persona que te la hace. Dejarlo claro puede ser importante sobre todo en relaciones muy cercanas.
Y observa qué sientes diciendo “no”. ¿Alivio? ¿Satisfacción? ¿Alegría? Ten cuidado con la culpa y con los reproches de la otra persona. Recuerda que necesitas llenar primero tu jarra, para poder llenar luego apropiadamente las copas de los demás.
Y si necesitas ayuda para aprender a decir “no” con gracia y en sus distintas formas, tal vez te interese participar en mi próximo taller de “Comunicación Magnética” (haz clic en el enlace para ver detalles).