A mi consulta y talleres, llegan muchas mujeres con la secreta creencia de que su destino podría ser “estar sola”. Ya sea porque aún no se han casado, o porque se han separado y aún no han logrado arraigar nuevamente una relación sólida en su vida, o porque en su familia hay muchas mujeres solas, o porque la carta astral o el tarot, les ha presagiado un horizonte lejano para el amor.
Si alguna vez esta idea ha pasado por tu mente, esta historia te va a demostrar que eso no es verdad, que tu vida no está “determinada” por tu pasado, ni por pronósticos, ni por tu linaje familiar, que con tu intención y algo de trabajo, puedes en cualquier momento, cambiar su rumbo.
La historia de Soledad
Cuando Soledad vino a verme, estaba realmente desanimada. Una “vidente” le había dicho hacía siete años, después de divorciarse, que ninguna de sus posteriores relaciones duraría, que tendría dificultades en el amor, y que su destino era estar sola. Llevaba años temiendo que esas palabras fuesen verdad, dados sus reiterados quiebres amorosos en todo ese tiempo.
Y lo primero que hicimos fue cuestionar si esta idea de «ser sola en la vida” era verdad, o más bien una creencia que ella había construido y sostenido en algún lugar, producto de sus experiencias tempranas. Rápidamente ella logró identificar sus creencias, y con ellas, las formas de ser, actuar y relacionarse que habían re-creado, inconscientemente, su realidad de soledad.
Vio, por ejemplo, cómo ella se aislaba de diversas maneras: vivía en las afueras de la ciudad, actuaba autosuficientemente, nunca pedía ayuda, cuando se producía un conflicto en sus relaciones, para mantenerlas, lo evadía en vez de abordarlo y solucionarlo. Estaba tan convencida de que ante el conflicto sería abandonada, que, para evitarlo, ella misma se distanciaba emocionalmente o terminaba la relación.
Vio también que su elección de parejas no disponibles después de su divorcio, había tenido que ver con su propia disponibilidad emocional para el amor en ese tiempo en que sus hijos estaban pequeños. En su visión de mundo, tener pareja y criar hijos pequeños era incompatible. Esto la había hecho identificarse marcadamente con su rol de “madre” postergando su identidad de “mujer” y de “persona” con dones para compartir con el mundo, sin saber que era absolutamente posible sostener esa mayor complejidad.
Des-aprender y re-aprender
Así es que, para sacarla de su creencia de soledad en el amor, hicimos un trabajo para transformar esas creencias que había creado cuando muy joven, con las que había continuado viviendo por años limitando sus posibilidades en el amor. Cuando cambió esas interpretaciones tempranas e incompletas de quién era, y dejo de vivir como si ellas fueran ciertas, nuevas posibilidades se abrieron para ella.
Soledad necesito también aprender nuevas habilidades para completar su transformación, porque, al haber crecido en una familia de padres separados, su desarrollo en el área de las relaciones se había detenido. No había tenido modelos para aprender a navegar conflictos de formas efectivas, ni para relacionarse con un hombre de formas que le permitieran alcanzar su plena femineidad. Por ello, había vivido tantos años sin saber desenvolverse en el amor, y a la vez anhelándolo, porque en el fondo de su alma sabía que estaba hecha para amar y ser amada.
Ella se atrevió a transformarse, y pronto conoció a Raúl, con quien encontró ese amor profundo y duradero que tanto había anhelado. Con él, desde hace cinco años, conforma una hermosa familia con los cinco hijos de ambos.
Su destino no era estar sola, tampoco el tuyo. Crear amor en su vida sólo requirió un poco de aprendizaje. Tal vez lo que tú necesites también sea sólo aprender…
Y si no sabes por dónde empezar, acá en «Llamar a Tu Amor®» estoy para ayudarte a realizar tus mayores potenciales en el amor…
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Esta genial el articulo. Un cordial saludo.