Imagina que has tenido una situación desagradable con tu pareja, estás molesta, enrabiada y con sentimientos encontrados. Y tu primera reacción instintiva es hacer algo, como enviarle un mensaje de texto, escribirle un correo electrónico, llamarlo, irlo a ver para aclarar las cosas, tal vez decirle lo mal que te ha hecho sentir, e incluso terminar con él…esta vez te propongo que consideres enfrentar la situación de otra forma: que elijas “hacer nada”.
En primer lugar, no dejes que esta persona o situación te enrabie, desanime o entristezca. No permitas que sentimientos negativos o creencias des-empoderadoras enturbien tu día, se pongan al volante y hagan que saques significados apresurados de la situación. Esta vez elige hacer nada, respira profundo, espera y verás. En un par de días, puede que te des cuenta de que “hacer nada” fue la mejor respuesta que pudiste haber elegido…y estarás feliz de haber hecho esta elección.
¿Por qué?
Porque el hacer nada ¡te deja todas las opciones abiertas! Te da espacio a ti y le da espacio a la otra persona también para pensar.
Hacer nada te permite hacer una pausa y mirar las cosas más fríamente y desde más perspectivas. Sopesar los hechos, conectarte con tus sentimientos y necesidades, permanecer curiosa respecto a las motivaciones o preocupaciones del otro, conectarte con las cosas que te importan y con las que te importan menos. Y por sobre todo, conectarte con quien eres y con lo que quieres crear en tu vida. Y desde ahí decidir si crees que es posible y vale la pena trabajar en eso que generó el conflicto o no.
Hacer nada significa también que no has sido reactiva con esa persona, que no la has culpado, que no la has acusado, que no has dañando el campo de la relación con una reacción instintiva…y que no le has dicho que “todo ha terminado”.
Es sólo dar un paso atrás, para recordar que ésta es tu vida, que no necesitas quedarte atrapada en el drama de otra persona, y que puedes siempre elegir en función de lo que quieres crear en tu vida y con tu vida. Te permite también escoger mejor las palabras que vas a decir cuando se encuentren nuevamente, anclada en tu valor y merecimiento para tener el amor que deseas y mereces en tu vida, y así ser capaz de ser generativa en la conversación en vez de reactiva. Y recuerda que siempre es mejor hacerlo personalmente que por teléfono, por correos o mensajes de texto, ya que el lenguaje corporal, los gestos, los tonos de voz con que se dicen las cosas pueden aportar mucho al entendimiento en las conversaciones.
Cuando eliges haces nada, puedes también encontrarte con sorpresas maravillosas en el camino – cuando tienes más información y/o argumentos que te permiten validar mejor la decisión que vas a tomar.
¿Qué puedes hacer mientras tanto?
Enfocarte en otras cosas de tu vida que requieran atención. Puedes preocuparte de tu cuidado personal, hacer cosas que has dejado pendientes, ayudar a alguien, visitar a alguna amiga que hace tiempo no ves, examinar tu propia vida y ver qué puedes aprender para crecer y convertirte en tu mejor versión.