La comunicación es realmente la vida en toda relación. A través de nuestras palabras nos entendemos, expresamos cómo nos sentimos, pedimos lo que necesitamos y queremos, resolvemos nuestros problemas, generamos seguridad, entendimiento e intimidad en nuestras relaciones. Sin embargo, a pesar de que crecimos y nos desarrollamos conviviendo con otros, nadie nos enseñó realmente a comunicarnos con los demás. Y el cómo nos comunicamos puede hacer toda la diferencia en nuestras relaciones. Puede hacer toda la diferencia en cada interacción. Puede hacer que una conversación resulte en conexión o en conflicto…
Hoy quiero compartir contigo una estrategia de comunicación que te ayudará en los momentos en que te sientas decepcionada por alguna acción (o inacción) de tu pareja, para salir de la negatividad, para evitar la actitud defensiva y poder mover la conversación hacia una solución y hacia mayores niveles de conexión.
La estrategia consiste en hablar desde el “yo” en lugar de desde el “tu”. Hablar de ti en lugar de enfocarte en tu pareja y de lo que hizo o no hizo.
Por ejemplo, en lugar de decir, «Te pedí que lavaras los platos anoche y no lo hiciste. Estoy cansada de tener que lavarlos yo en las mañanas, ¡eres un desconsiderado!”
Decir, «Cariño, cuando encuentro en la mañana los platos sucios de la noche sin lavar en la cocina, me siento frustrada y molesta, porque estoy necesitando espacio para preparar el desayuno en las mañanas. ¿Podrías por favor tomarte cinco minutos ahora y lavarlos mientras yo me ducho?
Otro ejemplo, en vez de decir, “Cómo se te ocurre ir al Homecenter ahora. Vamos a llegar tarde a la fiesta de mi hermana. Siempre somos los últimos en llegar. Nunca podemos ser puntuales.”
Decir, «Me preocupa que no podamos llegar a tiempo a la fiesta de mi hermana. Para mi es importante ser puntual con ella porque todo ocurre temprano en sus fiestas. Y cuando siento que nos retrasamos, me pongo muy ansiosa. ¿Podemos dejar el Homecenter para mañana?».
¿Notas la diferencia? Cuando hablas desde el «yo» comunicas algo acerca de ti, no juzgas, ni etiquetas, ni culpas al otro. Le dejas saber dónde estás, cómo te sientes y qué es importante para ti. Cuando hablas desde el “tu”, la otra persona se siente juzgada y/o avergonzada, y de esa forma se pone a la defensiva y está poco receptiva a escuchar tu reclamo o tu pedido con empatía, compasión y generosidad. Cuando hablas desde el “yo”, aumentas las posibilidades de que tu necesidad sea atendida porque aumenta la capacidad de comprensión en el otro y el deseo de encontrar una solución que los haga sentir a ambos cómodos. Hablar desde el yo, conduce a más amor.
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